domingo, 23 de marzo de 2014

Educación como debate de la realidad

Una manera para conocer más sobre la realidad es por medio de la discusión y el debate, examinar de manera atenta y particular una parte de la realidad rinde frutos en la medida en que reconozcamos no saber todo de esa parte de la realidad. Discutir de una manera más edificante tiene que ser diferente a la «opinadera» que suele ocurrir al intentar defender opiniones (¿Qué es el sentido crítico débil?), y al confundir respeto por tolerancia (Persona y opinión).

La realidad suele ser múltiple y compleja, y para lograr aproximarse a ella con frecuencia se necesitan síntesis virtuosas; por ejemplo, la síntesis que hizo Kant entre racionalismo y empirismo. Para lograr tales síntesis es necesario entender a fondo las diferentes posturas sobre un tema controvertido. Un debate enriquecedor puede alentar tal entendimiento en la medida en que se expongan las diversas posturas de manera cabal, justa y balanceada; además de un examen autocrítico en cada exposición.

Una síntesis puede lograrse al primero identificar con claridad las contradicciones del caso, una a una. La contemplación de una contradicción esclarecida ya es un hito importante en el recorrido hacia su resolución. Además, durante todo ese recorrido permanece el objetivo de que la síntesis no puede dejar insatisfecho a ninguno de los términos contradictorios, sino que deberá, para llamarse solución, responder de manera satisfactoria a todos los términos.

Por ejemplo, la nota sobre Lo real podría ser una perspectiva de lo real desde el pensamiento científico, pero hay otras maneras de interpretar lo real, como las cosmovisiones teístas que afirman que lo sobrenatural es tan real como lo natural. Quizá estas perspectivas, en apariencia contradictorias, no están hablando de lo mismo y puedan ser sintetizadas en una perspectiva más amplia. Para intentar tal síntesis es necesario primero explicar cada perspectiva con justicia y con la aceptación de que ninguna abarca toda la realidad.

¿Acaso se puede pensar la realidad sin interpretarla? No lo sé. Aventuro que no es posible y en ese sentido es que cada uno hace interpretaciones de la realidad, aún si uno es inconsciente de que la está interpretando. Suelo pensar en la metáfora del mapa y el territorio. Asumir que no tenemos acceso directo al territorio (la realidad), sino sólo a través de mapas (teorías), para mí representa la posibilidad de que una interpretación cualquiera de la realidad pueda mejorar o pueda ser remplazada por otra; de otro modo, si tropiezo con la ilusión de tener conocimiento directo y nítido del terreno firme, entonces tal interpretación no podría ser mejorada y se ha llegado a la respuesta última –lo cual me parece un sinsentido pues tal respuesta última no sería consistente en relación con la escala del tiempo y del espacio en el universo conocido (del cual, según algunos astrónomos, conocemos sólo el 4%).

Otros animales, al parecer, no se preguntan por la realidad pues ellos están por completo definidos desde su nacimiento, no hay necesidad de preguntar nada pues todo para ellos parece tener respuesta definitiva y última. Nosotros, por otro lado, nacemos a medio cocer y pocas preguntas tienen respuestas definitivas, la mayoría de las preguntas importantes permanecen abiertas.

sábado, 22 de marzo de 2014

Lo real

¿Qué es mantener un compromiso con lo real?

Si lo real no sólo es lo pensado ni sólo lo percibido, entonces tanto en el perenne dudar como en el provisorio asentir, y no en el descuidado asentir acrítico, se cumple tal obligación contraída con lo real.

Además, una obligación con lo real implica indagar sus cimientos y el proceso por el cual lo real llega a ser pensado y a ser percibido; pues, lo real del hoy alguna vez fue sólo lo posible del ayer.

La construcción de lo real ocurre por ciclos continuos al teorizar y practicar, al analizar y sintetizar, al mapear la realidad presente y al tantear el territorio mapeado; asumiendo que el acceso directo y nítido a una realidad absoluta tan sólo es una ilusión. De ahí la importancia de entender y practicar el ejercicio teórico para ajustar o reemplazar la interpretación sincrónica de la realidad; es decir, la interpretación del momento presente, interpretación que no es ni fija en el tiempo ni determina la interpretación diacrónica de la realidad.

Si hay un rasgo que distinga a una educación amplia sería el pensamiento doctoral, aquel que intenta empujar los límites actuales del conocimiento humano y, por tanto, de la realidad presente.

Por fortuna, el pensamiento doctoral está más relacionado con el conocimiento y no tanto con el reconocimiento. Es decir, lo doctoral, de hecho, no está relacionado de manera directa con instituciones académicas pues estas tan sólo le sirven como vehículos circunstanciales.

martes, 18 de marzo de 2014

Repensar

De acuerdo, hay múltiples maneras edificantes de aportar a nuestra sociedad, y en múltiples plazos. Se aporta no sólo en función del cortoplacismo, ni sólo para mantener lo ya establecido, sino que también se aporta para ayudar a interpretar, desde otras perspectivas, lo que damos por sentado y que no repensamos por diversas razones; por ejemplo, por temor a las etiquetas impuestas por quien por pura pereza intelectual considera innecesario –o imposible– repensar algo, para eludir la posibilidad de descubrirse muy equivocado, por la necesidad de responder a obligaciones adquiridas con base en un esquema conceptual ya predeterminado, etc.

Quizá en el fondo no pocos intuyen que para mejorar en algo tendrán que enfrentar la posibilidad de repensar ese algo, que no tiene ningún caso repetir vez tras vez lo ya intentado desde la misma perspectiva. Pero, ¿cómo se logra otra perspectiva que no resulte en más de lo mismo?

Tomar en serio la idea de repensar implica algún esfuerzo. ¿Cuánto esfuerzo? Estará en función de hasta dónde queremos remontarnos con nuestras facultades propias. Además del esfuerzo se requiere una cierta disposición emocional pues el repensar implica lo desconocido, implica algo que no habíamos considerado antes tan de cerca y cuyas implicaciones podrían no ser agradables, ni para uno mismo ni para personas que creen conocer lo que pensamos de un tema dado.

Por otro lado, repensar podría significar la transformación de la vida propia, un cambio de rumbo insospechado, o quizá siempre anhelado pero que nunca había estado tan al alcance.

¿Es esto un mensaje barato de autoayuda? Dependerá de lo que cada uno decida repensar y del alcance personal de esa revaloración. Para alguien con un cuadro patológico grave de halitosis quizá repensar su higiene bucal tendrá relevancia inmediata, para quien la halitosis no sea un problema pues tal vez sea un despropósito repensarla. Para alguien cuyas vivencias laborales le han causado impresiones imborrables por un deplorable grado de inconciencia profesional y a la vez le sea insoportable permanecer en tales condiciones, entonces repensar el profesionalismo será clave para de verdad llegar a un mejor estado de práctica profesional. Para alguien atrapado en un círculo religioso de mentalidad anquilosada e incapaz de ampliar su vida espiritual entonces repensar la religión, repensar la teología, lo sublime, lo sagrado y lo divino representará algo muy pertinente. Para alguien que ha comprobado la simulación política de muchos gobernantes, cualesquiera el partido, y de su turbia relación con el poder económico, repensar el significado de ‘política’, ‘economía’, así como de ‘capitalismo’, ‘marxismo’, ‘neoliberalismo’, ‘comunismo’, ‘socialismo’, etc., se le torna imperativo para así trazar un rumbo más coherente para sus aportaciones a la sociedad.

¿Cómo se repiensa algo que es relevante de manera personal? Se inicia por reconsiderar el asunto de una manera nueva y con detenimiento, pero más allá de eso desconozco alguna receta aplicable a toda circunstancia. Aquí es donde quizá está la demarcación entre un mensaje barato de autoayuda y algo que no lo es: los mensajes ‘prácticos’, que conllevan meras informaciones de moda o recetas cuasi-milagrosas con una sobre-simplificada y nimia secuencia de pasos, acaso podrían agitar un poco la superficie del asunto, pero repensar algo tendría el potencial de llegar al fondo del asunto y cuestionar las bases mismas de su cimentación. No tengo receta alguna para lograr cabalmente repensar algo, pero sospecho que guarda íntima relación con identificar el error propio. Así como para identificar una solución es preciso primero plantear con claridad en qué consiste el problema, así también para repensar es necesario primero aclarar qué es lo que se piensa y enseguida identificar y plantear cuál es el error en lo que se piensa.

jueves, 13 de marzo de 2014

Auto-educación

He estado atraído por el tema general de la educación. En parte, debido a que muchos concluyen que la educación es una parte muy importante de la solución a muchos tipos de problemas en la sociedad humana. Pero ese tema general es muy grande, incluye tanto el gran tema de la enseñanza como el no menos grande tema del aprendizaje. No tengo interés en enseñar nada pues veo que no tengo nada por enseñar, lo que me interesa es el aprendizaje, el mío y el de los demás. Para mí, de aprender se trata esa educación de la que hablan y prescriben como redentora, la que sólo puede ser desarrollada por el individuo mismo. Pero hoy aprendizaje es menos acerca de acumular información o reconocimientos y más acerca de desaprender y reaprender; es decir, aprendizaje hoy es más acerca de una retrodidáctica. El problema no es tanto que falte información o que sepamos poco, sino que mucho de la información que tenemos o lo que creemos saber resulta o muy pobre, muy distorsionado, o de plano falso.

Si puedes leer estas líneas, entonces tienes recursos suficientes como para ser parte de lo que podría ser llamada una tendencia de neo-ilustración; es decir, la acción del individuo para reexaminar y reevaluar las ideas del Siglo de las Luces, como periodo histórico que configuró, en parte, a la época moderna y también influyó en nuestra época contemporánea. En particular las ideas sobre alcanzar la mayoría de edad como individuo adulto, atreviéndose a pensar por uno mismo.