sábado, 18 de octubre de 2014

¿Qué es pensar de «manera científica»?

La historia de ese estilo de pensar –como suele ser el caso con la historia de las ideas en general– es un recorrido por muchos siglos. Digamos, el árbol de la ciencia observable ahora, en su condición presente, empezó hace más de 25 siglos como una simple y pequeña simiente. En ese entonces no existía el símbolo ahora conocido, es decir la palabra «ciencia», pues no había nada que necesitara un significante con el cual referir algo. La forma presente de lo referido con el signo lingüístico de la «ciencia» parece ser el resultado de tres siglos de desarrollo, desde Galileo.

Una aportación notable al entendimiento de lo que puede llamarse de maneja justificada «pensamiento científico» es la síntesis propuesta por Immanuel Kant en el debate entre racionalistas y empiristas. Sometamos a examen el esquema mostrado, que intenta aludir algunos puntos de partida para la discusión.

sábado, 4 de octubre de 2014

Las palabras y los hechos

Discutamos sobre significación en lo educativo. Es decir, sobre la acción y efecto de significar aquello que llamamos educación; o, vaya, hablemos sobre algunos signos que sirvan para encauzar o encaminar a alguien hacia el cultivo de algo. En ese respecto el siguiente caso es señal y es figura de algo que sería como educación de algún tipo.

Un general veterano, muy condecorado, recibió con atención en su recién asignada oficina a su nuevo asistente, el cual era un joven soldado lleno de nervios ante las posibilidades de su primera asignación.

—¡Señor, buenos días, soldado raso Silvino, señor! —se presenta el joven en posición firmes, y en cuyo rostro lozano y ligeramente sudoroso está dibujada la inseguridad.

—Buen día, descanse Silvino —responde cortés el general mientras se dirige a su escritorio—, su escritorio es aquel otro, tome asiento si gusta. Me ayudará con algunos asuntos por el resto de la campaña.

—Sí señor —contesta Silvino, quien prefiere permanecer de pie, y quien no puede evitar notar lo impecable del uniforme de servicio del general mientras éste camina hacia su propio escritorio.

—Lo primero será la limpieza de esta que ahora será nuestra oficina por algunos meses —indica el general, quien se quita el saco y lo cuelga en el perchero.

—De acuerdo Señor, usted ordene —dispone el joven con entereza, listo para esforzarse pues ha escuchado de la variedad de tareas en las que los asistentes suelen ayudar a un general.

—Empecemos por este pequeño cuarto de baño que tenemos aquí —dice el general mientras que Silvino teme de pronto una inminente, onerosa y poco digna tarea—. Silvino, ¿sabe usted asear un retrete? —pregunta el general al mirar directo a los ojos de Silvino y quedar inmóvil y sereno en espera de la respuesta.

—Pues…supongo…, señor —titubea Silvino al asumir lo gravoso de estar bajo órdenes incuestionables.

—Veamos, aquí parece que tenemos lo necesario —dice el general mientras remanga su camisa e inspecciona algunos utensilios y menesteres en el cuarto de baño.

Silvino, con una mezcla de sorpresa y curiosidad, se acerca al baño para intentar esclarecer qué hace el general y con qué intención.

—En breve este retrete quedará tan aseado y digno de nosotros como nosotros lo estaremos al prepararnos para estar a la altura de nuestra campaña militar —señala el general al mismo tiempo que de rodillas inicia la labor de hacer que el lugar quede libre de lo que fuere perjudicial a los sentidos.

Silvino, al ver el empeño y el desembarazo del general en una tarea que hace un minuto imaginó indigna de sí mismo, descubrió que lo único indigno hasta ese momento fue su propia predisposición. Después de algunos minutos…

—¡Terminé!, ¿qué opina Silvino?, ¿lo podrá usted hacer para la siguiente?, —apunta el general mientras se compone la camisa—. Ahora, vamos a mi escritorio para revisar los detalles de nuestra agenda para esta semana.

—De acuerdo señor, gracias —asiente Silvino al mismo tiempo que le parece recordar para sí un dicho ahora propicio, algo relacionado con una supuesta diferencia entre las palabras y los hechos, según dicen.