miércoles, 7 de octubre de 2015

Adoctrinamiento escolar

¿Qué dice de mí que haya logrado una certificación de algún sistema educativo escolarizado tradicional (cualquier certificación tradicional)? Puede decir varias cosas; por ejemplo: (1) que aprendí a memorizar y a repetir dócilmente los contenidos para aprobar los exámenes de dicha certificación, (2) que acaté indicaciones y que aprendí a orientarme por el principio de autoridad, (3) que sé mantener un silencio cómplice que acepta tácitamente desordenes e incongruencias entre las meras apariencias y los hechos materiales de ese sistema educativo escolarizado tradicional, etc. En otras palabras: que aprendí a obedecer con docilidad y que tengo aptitud como empleado de una organización de estricto comando y control jerárquico, o que estoy bien preparado para engrosar la masa social acrítica que pasivamente acepta todo lo que se le dice.

Como padres de familia, claro que intentamos hacer lo mejor para nuestros hijos. Una evidencia de ello es el número de papás y mamás que asistimos a una reciente reunión sobre el periodo escolar en secundaria que cursan nuestros chicos. Llamó mi atención el interés y la disposición de no pocos padres por estar al tanto de todo posible detalle que fuese útil para ayudar a sus hijos a cursar lo mejor posible el periodo escolar.

Pero lograr muy buenos resultados escolares quizá no resulte tan relevante para lo que realmente necesitamos como sociedad: entre otras cosas, aprender cómo pensar, no sólo qué pensar.