lunes, 15 de marzo de 2021

«género» y «sexo», pensar el problema

Las palabras, cierto, pueden herir. Asimismo, las palabras bien elegidas pueden edificar. El lenguaje es una parte enorme en la vida de un animal simbólico, de un mamífero primate, como nosotros. Pero aún más relevante que las palabras como vocalizaciones es lo que pueden representar: conceptos.

Es decir, lo relevante no sólo son las palabras que elegimos usar, sino nuestro esquema conceptual, en la mente propia, con el que interpretamos la realidad externa a nuestra mente y externa a nuestro lenguaje.

Por lo cual, el tema principal de esta serie de comentarios no es sobre la gramática del español, sino sobre cómo pensar problemas relacionados con la sexualidad humana.

Un impulso reflejo para descartar el asunto podría presentarse: “¡¿Qué más da?, «género» o «sexo», es irrelevante, tan sólo son meras palabras!” Sin embargo, podría ser que al descartar el asunto se descarte algo importante. Lo que está en riesgo de ser descartado son distinciones que ayuden a entender mejor nuestros problemas sociales. El asunto principal no está en el nivel de las palabras solamente, sino en el nivel conceptual; es decir, en el nivel de cómo se piensa el problema. Dicho de otro modo, el asunto principal es cómo se conceptualiza el problema, nada más y nada menos. El nivel conceptual se expresa en el nivel lingüístico y las palabras importan pues son la expresión externa del sistema de conceptos con el que se piensa la realidad.

Es prudente no cometer un error categorial al descartar de un solo plumazo el asunto al creer que está en la categoría del debate lingüístico entre prescripción y descripción. Ese supuesto debate está basado en una dicotomía falsa pues hay muchas más posturas además de esos dos extremos de prescripción y descripción.

Si se usa la palabra «género» para referir la sexualidad humana, para expresar el sistema conceptual propio sobre la sexualidad humana, entonces tal expresión ya refleja un pensar confuso y equívoco. Digámoslo folklóricamente: con tal expresión se confunde la gimnasia con la magnesia. Y con eso tan sólo se aporta más ruido y menos señal a una conversación realmente importante para entender mejor la sexualidad humana.

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