martes, 18 de marzo de 2014

Repensar

De acuerdo, hay múltiples maneras edificantes de aportar a nuestra sociedad, y en múltiples plazos. Se aporta no sólo en función del cortoplacismo, ni sólo para mantener lo ya establecido, sino que también se aporta para ayudar a interpretar, desde otras perspectivas, lo que damos por sentado y que no repensamos por diversas razones; por ejemplo, por temor a las etiquetas impuestas por quien por pura pereza intelectual considera innecesario –o imposible– repensar algo, para eludir la posibilidad de descubrirse muy equivocado, por la necesidad de responder a obligaciones adquiridas con base en un esquema conceptual ya predeterminado, etc.

Quizá en el fondo no pocos intuyen que para mejorar en algo tendrán que enfrentar la posibilidad de repensar ese algo, que no tiene ningún caso repetir vez tras vez lo ya intentado desde la misma perspectiva. Pero, ¿cómo se logra otra perspectiva que no resulte en más de lo mismo?

Tomar en serio la idea de repensar implica algún esfuerzo. ¿Cuánto esfuerzo? Estará en función de hasta dónde queremos remontarnos con nuestras facultades propias. Además del esfuerzo se requiere una cierta disposición emocional pues el repensar implica lo desconocido, implica algo que no habíamos considerado antes tan de cerca y cuyas implicaciones podrían no ser agradables, ni para uno mismo ni para personas que creen conocer lo que pensamos de un tema dado.

Por otro lado, repensar podría significar la transformación de la vida propia, un cambio de rumbo insospechado, o quizá siempre anhelado pero que nunca había estado tan al alcance.

¿Es esto un mensaje barato de autoayuda? Dependerá de lo que cada uno decida repensar y del alcance personal de esa revaloración. Para alguien con un cuadro patológico grave de halitosis quizá repensar su higiene bucal tendrá relevancia inmediata, para quien la halitosis no sea un problema pues tal vez sea un despropósito repensarla. Para alguien cuyas vivencias laborales le han causado impresiones imborrables por un deplorable grado de inconciencia profesional y a la vez le sea insoportable permanecer en tales condiciones, entonces repensar el profesionalismo será clave para de verdad llegar a un mejor estado de práctica profesional. Para alguien atrapado en un círculo religioso de mentalidad anquilosada e incapaz de ampliar su vida espiritual entonces repensar la religión, repensar la teología, lo sublime, lo sagrado y lo divino representará algo muy pertinente. Para alguien que ha comprobado la simulación política de muchos gobernantes, cualesquiera el partido, y de su turbia relación con el poder económico, repensar el significado de ‘política’, ‘economía’, así como de ‘capitalismo’, ‘marxismo’, ‘neoliberalismo’, ‘comunismo’, ‘socialismo’, etc., se le torna imperativo para así trazar un rumbo más coherente para sus aportaciones a la sociedad.

¿Cómo se repiensa algo que es relevante de manera personal? Se inicia por reconsiderar el asunto de una manera nueva y con detenimiento, pero más allá de eso desconozco alguna receta aplicable a toda circunstancia. Aquí es donde quizá está la demarcación entre un mensaje barato de autoayuda y algo que no lo es: los mensajes ‘prácticos’, que conllevan meras informaciones de moda o recetas cuasi-milagrosas con una sobre-simplificada y nimia secuencia de pasos, acaso podrían agitar un poco la superficie del asunto, pero repensar algo tendría el potencial de llegar al fondo del asunto y cuestionar las bases mismas de su cimentación. No tengo receta alguna para lograr cabalmente repensar algo, pero sospecho que guarda íntima relación con identificar el error propio. Así como para identificar una solución es preciso primero plantear con claridad en qué consiste el problema, así también para repensar es necesario primero aclarar qué es lo que se piensa y enseguida identificar y plantear cuál es el error en lo que se piensa.

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