sábado, 17 de abril de 2021

«género» y «sexo», mapas y territorios

En ecdótica (crítica textual menor), en filología, existe el método basado en redacción para el análisis de textos. En parte, la idea es lograr aproximaciones a preguntas sobre quién, dónde, por qué, para qué se ‘le ha metido mano’ a un texto publicado en un punto en tiempo y espacio y leído en otro punto distinto de tiempo y espacio. Todo esto para asistir a quien desee lograr interpretaciones más amplias de dicho texto en aun otro tiempo y espacio.

Las palabras del lenguaje, y los conceptos que algunas refieren, son una herramienta natural para expresar y pensar. No son “leyes” de la naturaleza, sino convenciones. Por ejemplo, la palabra «sandía» y la fruta material guardan entre sí –al menos– una relación arbitraria y –por mucho– convencional. En función de un cultivo concreto, tal herramienta puede ser usada con mayor o menor destreza para lograr fines concretos de todo tipo. Si intento expresar mi deseo de comprar esa fruta en particular —mismo ejemplo—, entonces usar la palabra «sandía» contribuye a realizar ese deseo en un diálogo en español con el dueño de la frutería. Por analogía, llegar al destino deseado dependerá de la destreza con la que se use el mapa elegido. ¿Cuánto podría lograr un recién llegado turista a la ciudad de Tokio, Japón, usando un excelente mapa de la ciudad de Managua, Nicaragua? Interpretar el lenguaje, analógicamente, es cartografiar los territorios que deseamos transitar y explorar. Pero a sabiendas de que el territorio mismo no está disponible de manera directa, sino sólo de manera indirecta: a través de mapas lingüísticos, los cuales son conceptuales. Hay muchos mapas y muchos territorios por elegir al intentar lograr nuestros deseos.

A continuación, un ejemplo tomado del texto de una constitución política vigente, el cual podría permanecer vigente por muchos años, décadas, siglos o milenios: la diferencia en composición —las palabras y la estructura elegidas— entre los párrafos indicados en azul es evidencia que sugiere que fueron redactados por dos personas diferentes. Lo cual significa que no usaron el mismo mapa y, por tanto, intentan llegar a destinos diferentes.

Fuente: Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos.

sábado, 20 de marzo de 2021

¿Por qué, para qué el lenguaje “inclusivo”?

¿Quiénes proponen ese uso de las palabras del así llamado lenguaje “inclusivo”? ¿Por qué? ¿Para qué? No lo tengo en claro. ¿Quiénes se benefician de ese uso de las palabras?

Aquellas personas que mantienen opiniones y conductas machistas, homófobas, hembristas, misóginas, xenófobas, etc., podrían ser los directamente beneficiados: con una acción tan barata como el vano uso de ciertas palabras de moda pueden hacerse pasar por “incluyentes” y burlar ser identificados entre quienes estamos en esa masa amorfa llamada «público en general».

Ese uso desatinado de las palabras ofrece un muy barato salvoconducto para quienes elijan disfrazarse de “incluyentes”. El esfuerzo ante nuestros problemas sociales es inmenso y lo menos necesario es facilitar la simulación de pretendidas soluciones que no lo son.

Lo que sí es necesario es no esquivar nuestros problemas sociales, sino pensar a fondo el complejo conjunto de asuntos relacionados.

¿Es el lenguaje natural, ordinario y oral una forma de comunicación distinta al lenguaje escrito? ¿Es lo mismo lograr una buena comunicación oral que lograr una buena comunicación escrita? ¿Qué relación hay entre un fenómeno de ‘teléfono descompuesto’ y los analfabetismos oral y escrito? ¿Será positivo saber cómo mejorar el uso propio del lenguaje oral y el uso propio del lenguaje escrito? ¿Será positivo entender qué es el lenguaje per se? ¿Será positivo –o posible– entender un tema complejo como la sexualidad humana cuya existencia es independiente de las palabras del lenguaje?

lunes, 15 de marzo de 2021

¿Cómo atreverse a enseñar un pensar crítico?

«¿Cómo atreverse a enseñar un pensar crítico?»

Esa es una muy buena pregunta, de no fácil respuesta. Lo primero, para mí, sería enfatizar que esa tutela, además de provisional, es opcional: como dije, para los casos en que el infante intelectual la requiera. Es decir, no todos por fuerza deben aceptar tal tutela, algunos incluso no les haría ninguna falta pues pueden ya contar con hábitos autodidactas suficientes para hacerse cargo de su propia auto-reeducación cuando la decidan iniciar o reiniciar. Además, habría muchas opciones disponibles para que un infante –junto con sus custodios– elija quién o quiénes ejercerán tal tutela.

Segundo, quienes ejercen dicha tutela ya demuestran evidencia clara de que ellos mismos han experimentado ciclos recurrentes en su propia auto-reeducación. Demuestran con claridad que ellos mismos tienen rasgos de madurez intelectual y pueden enseñar con el ejemplo. Por mencionar un rasgo, el asunto de su auto-reeducación consiste en una serie activa de proyectos sin un punto final planeado; es decir, es un asunto personal y profesional que no declaran como ya terminado ni tienen contemplado llegar a semejante declaración. Este rasgo es parte de la evidencia por la cual se podría decir que ellos continúan en el proceso de aprender a pensar de manera crítica y, además, pueden compartir sus experiencias al respecto con otros. Por ejemplo, pueden compartir con otros sobre cómo ellos mismos están activamente trabajando en sí mismos para lograr los rasgos de una mente flexible.

Así, por mencionar resumidamente algunos puntos, se podría empezar a contestar la pregunta sobre cómo alguien aprende a pensar de manera crítica (aunque el pensar crítico tan sólo es una parte del pensamiento de orden superior; el cual también incluye el pensar creativo, el «pensar empático/Caring thinking-Matthew Lipman», etc.).

«género» y «sexo», pensar el problema

Las palabras, cierto, pueden herir. Asimismo, las palabras bien elegidas pueden edificar. El lenguaje es una parte enorme en la vida de un animal simbólico, de un mamífero primate, como nosotros. Pero aún más relevante que las palabras como vocalizaciones es lo que pueden representar: conceptos.

Es decir, lo relevante no sólo son las palabras que elegimos usar, sino nuestro esquema conceptual, en la mente propia, con el que interpretamos la realidad externa a nuestra mente y externa a nuestro lenguaje.

Por lo cual, el tema principal de esta serie de comentarios no es sobre la gramática del español, sino sobre cómo pensar problemas relacionados con la sexualidad humana.

Un impulso reflejo para descartar el asunto podría presentarse: “¡¿Qué más da?, «género» o «sexo», es irrelevante, tan sólo son meras palabras!” Sin embargo, podría ser que al descartar el asunto se descarte algo importante. Lo que está en riesgo de ser descartado son distinciones que ayuden a entender mejor nuestros problemas sociales. El asunto principal no está en el nivel de las palabras solamente, sino en el nivel conceptual; es decir, en el nivel de cómo se piensa el problema. Dicho de otro modo, el asunto principal es cómo se conceptualiza el problema, nada más y nada menos. El nivel conceptual se expresa en el nivel lingüístico y las palabras importan pues son la expresión externa del sistema de conceptos con el que se piensa la realidad.

Es prudente no cometer un error categorial al descartar de un solo plumazo el asunto al creer que está en la categoría del debate lingüístico entre prescripción y descripción. Ese supuesto debate está basado en una dicotomía falsa pues hay muchas más posturas además de esos dos extremos de prescripción y descripción.

Si se usa la palabra «género» para referir la sexualidad humana, para expresar el sistema conceptual propio sobre la sexualidad humana, entonces tal expresión ya refleja un pensar confuso y equívoco. Digámoslo folklóricamente: con tal expresión se confunde la gimnasia con la magnesia. Y con eso tan sólo se aporta más ruido y menos señal a una conversación realmente importante para entender mejor la sexualidad humana.

sábado, 13 de marzo de 2021

Nuestros problemas sociales

Algunos de nuestros problemas sociales (e.g., xenofobias, misoginias, supremacismos, androginias, racismos, homofobias, clasismos, hembrismos, machismos, fanatismos de todo tipo) son problemas causados, en parte, por creencias. Esas causas no están en el mundo afuera de la mente y lenguaje humanos, sino que existen sólo en la mente y lenguaje humanos. Tales sistemas de creencias son parte integral de la diversidad de formas de cultura humana. Asimismo, los sistemas escolarizados tradicionales son una parte integral de dicha diversidad cultural. En ocasiones, aquellos sistemas de creencias son parte del contenido impartido en estos sistemas escolarizados tradicionales. Por lo cual, la solución a tales problemas no puede consistir en aumentar el mismo tipo de educación impartida de manera tradicional, sino en disminuir la transmisión acrítica de los sistemas de creencias que son causa de nuestros problemas; en pocas palabras, como alguien ya sugirió: «Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas». Nota importante: disminuir la transmisión acrítica no es igual a imponer censuras o represiones culturales de manera acrítica.

¿Es posible enseñar a pensar de manera crítica? La pedagogía, la filosofía de la educación, registra muchos debates al respecto. Quizá es injusto exigir a un infante intelectual que piense críticamente de la nada. Así, de la nada, ¿de dónde podría tal infante obtener tanto la teoría como la práctica necesarias para desarrollar su sentido crítico propio? Sería necesario otorgar tutela intelectual en los casos en que ese infante la requiera, pero para que tal educación sea edificante es requisito que dicha tutela tenga carácter provisional, no permanente, tan sólo durante una muy breve etapa.

¿Qué contendría una tutela intelectual edificante? Una muy breve etapa tutelar podría incluir, por ejemplo, una clara exposición (1) del concepto de integridad científica, (2) de distinciones relevantes entre ideas, creencias, palabras y personas, (3) de la propiedad y el gobierno de la educación propia, (4) de los derechos y responsabilidades sobre la destreza para opinar en sociedad.

El concepto de «infante intelectual» no guarda relación alguna con la edad cronológica de una persona, sino con su edad intelectual. Dado que el intelecto es una característica subjetiva interna, es decir, no visible para los demás excepto a través de la conducta externa individual, la propia persona sería la directamente responsable de estimar su propia edad intelectual. Asimismo, ya que la persona podría también requerir orientación para lograr esta estimación, una tutela intelectual edificante también podría incluir una clara exposición de los rasgos de la madurez intelectual. Incluso así, según las indagaciones de David Denning y Justin Kruger, se requiere un mínimo de capacidad intelectual para poder lograr una estimación balanceada de la edad intelectual propia. Sin ese mínimo, la persona podría nunca saber si tiene o no una muy distorsionada percepción de su propia edad intelectual.

Además, en ocasiones, aquellos sistemas de creencias son parte de lo inculcado por tradición desde el seno familiar. Aquí, también, aportar a la solución de nuestros problemas sociales implica tener mayor conciencia de la diseminación familiar acrítica de esos sistemas de creencias.

El diseño de nuestros procesos culturales humanos, ya sean estos procesos de tipo escolar o familiar, incluyen las causas de nuestros problemas sociales. Estaría en nuestras manos mejorar el diseño de dichos procesos culturales para mitigar o evitar tales problemas.

En pocas palabras, con respecto a nuestros problemas sociales ya mencionados, no es que falte mucha educación en nuestras sociedades. No falta educación, sino auto-reeducación.

domingo, 7 de marzo de 2021

«género» y «sexo», cuando las palabras importan

Una investigación científica del mundo natural, externo a la mente humana, es una investigación de lo extra-lingüístico. Según algunas perspectivas epistemológicas y de la filosofía de la ciencia, un lenguaje humano conlleva constructos culturales inherentes. Lo que quiere decir que el lenguaje es sesgado sin remedio. Por eso el esfuerzo científico implica mucho trabajo muy difícil, tedioso, intenso, para evaluar la expresión lingüística y así intentar filtrar lo más posible esos sesgos. Todo con el objetivo de distinguir los sesgos del lenguaje y de la cultura humana en una investigación científica y distinguir, asimismo, lo que quizá se podrá llamar el mundo extra-lingüístico (el mundo exterior a la mente y lenguaje humanos).

Cuando las palabras importan, cuando importa la lógica formal más básica y tenemos conciencia de que un «concepto» es una forma mental cuya expresión lingüística puede ser una «palabra», cuando queremos entender y comunicar un concepto a otros, entonces las palabras importan.

Cuando las palabras importan, entonces es propicio distinguir que el concepto de sexualidad humana es un concepto científico compuesto y que aún no contamos con una sola palabra en español ordinario para representarlo en su totalidad.

Cuando las palabras importan y estamos comunicando algo sobre sexualidad humana, la palabra en la norma culta vigente del español es «sexo», no «género». Hay más sobre esto en este hilo de comentarios.

«género» y «sexo», notas a la fecha

Mis notas a la fecha sobre «género» y «sexo»:

1. «género» y «sexo».

2. «género» y «sexo», otra vez.

3. «género» y «sexo», una vez más.

4. «género» y «sexo», de nuevo.

5. «género» y «sexo», anécdota.

6. «género» y «sexo», auto-reeducación.

7. «género» y «sexo», las palabras.

8. «género» y «sexo», cuando las palabras importan.

9. Nuestros problemas sociales.

10. ¿Cómo atreverse a enseñar un pensar crítico?.

11. «género» y «sexo», pensar el problema.

12. «género» y «sexo», mapas y territorios.

domingo, 31 de enero de 2021

«género» y «sexo», las palabras

En este hilo de comentarios ya he aclarado que mi intención de fondo es pensar sobre un mejor uso del español. Con un mejor uso quiero decir una mejor comunicación. Una comunicación efectiva con unas cuantas personas ya sea en el vecindario o en la profesión podría no ser suficiente para comunicarse igualmente bien con una audiencia mucho más amplia y diversa. Usar bien el español para comunicarse con habitantes de muchas culturas de habla hispana requiere poner atención a las palabras. El caso de las palabras «género» y «sexo» ha servido de ejemplo en este hilo de comentarios.

La palabra «género» de la norma culta del español refiere varias cosas, pero no refiere a la sexualidad de las personas. A mí me sorprende que algunos especialistas en sociología sean tan semi-analfabetos en el campo de la expresión culta en español. Puede ser que cultiven sus conocimientos en sociología, pero su expresión en español deja mucho por desear y ese tipo de semi-analfabetismo demerita mucho su divulgación científica en español.

Me parece muy bien que haya científicos sociales que estudien los problemas de los machismos, xenofobias, hembrismos, etc. Asimismo, me parece mejor si esos científicos divulgan sus hallazgos usando la norma culta del español.

Además, si al estudiar los problemas del machismo, xenofobias, hembrismos, encuentran que esos problemas se propagan de adultos hacia infantes por la repetición acrítica de nociones socioculturales vulgares (i.e., descuidadas), entonces al repetir el uso incorrecto de la palabra «género» para referir la sexualidad humana están precisamente participando en ese mismo tipo de repetición acrítica de nociones socioculturales vulgares (i.e., descuidadas).

Otro caso de uso de las palabras es la idea del así llamado “lenguaje inclusivo”, e.g., “Les niñes (sic)”: debo reconocer que esa no me parece una buena idea (porque desnaturaliza al lenguaje; es decir, le impone procesos no lingüísticos, sino sociopolíticos). Sin embargo, también reconozco que las comunidades humanas usan las palabras como les sirve para lograr comunicarse. Y lo han hecho sin pedir permiso a nadie y sin poner atención a las normas lingüísticas vigentes. Por eso existen diversidad de idiomas. Usar palabras para comunicar algo no es distorsionar el lenguaje, sino emplearlo.

Asimismo, hay muchos tipos de jerga y diversidad de dialectos usados sólo por unos pocos. Por ejemplo, algunas tribus de científicos en la física de partículas sólo se entienden entre ellos y nadie los acusa de distorsionar el lenguaje. Mientras se puedan comunicar entre ellos no veo ninguna distorsión del lenguaje.

Por otro lado, si algún miembro de esas tribus pretende comunicarse con una audiencia más amplia, por fuera de su tribu, entonces deberá aprender, por ejemplo, un idioma que pueda entenderse por muchas otras tribus en muchas otras geografías. Ese idioma, por ejemplo, es lo que prescribe la norma culta del español: un mínimo común denominador para comunicarse con muchas otras tribus hispanoparlantes. Por lo cual, aprender la norma culta del español es algo práctico para comunicarse con miembros de otras tribus de humanos hispanoparlantes.

¿Qué sería lo recomendable sobre pedagogía hoy en día?

Como estudiante perenne, lo que recomendaría es una pedagogía, i.e., una filosofía de la educación, que deje muy en claro a los educandos desde el principio: (1) que su educación está en sus propias manos como individuos, y no en las manos ni de la familia, ni de la cultura local, ni de colectividad alguna; (2) que las escolarizaciones tradicionales representan tan sólo un muy pequeño fragmento de su cultura local; (3) que conocer las cosmovisiones que ofrece su cultural local sí es muy importante (pues suele ser lo único que hay disponible de manera local), así como lo es igualmente conocer otras interpretaciones y cosmovisiones en otras geografías (con escolarizaciones diferentes); (4) que vivir en una ciudad requiere cultivarse para convertirse no sólo en un ciudadano local, sino en un ciudadano del mundo (un cosmopolita).

E.g., «Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas» —José Ortega y Gasset