miércoles, 26 de abril de 2017

Sobre erudición y eruditos.

Capítulo 21. Sobre erudición y eruditos.

244. Cuando se ven las múltiples y variadas instituciones erigidas para enseñar y aprender, y la enorme aglomeración de alumnos y profesores, se podría creer que al género humano le importan mucho el conocimiento y la verdad. Pero también aquí las apariencias engañan. Estos enseñan para ganar dinero y no aspiran a la sabiduría sino a aparentarla y a gozar de crédito por ella: y aquellos aprenden, no para adquirir conocimiento y comprensión de las cosas, sino para poder parlotear y darse importancia. En efecto, cada treinta años aparece en el mundo una nueva generación, un jovenzuelo que de nada sabe, que pretende tragarse sumariamente y con toda rapidez los resultados del saber humano acumulado durante siglos, y luego quiere ser más listo que toda la época pasada. Con ese fin se matricula en universidades y echa mano de los libros, los más recientes, que sean contemporáneos suyos y de su misma edad. ¡Todo breve y nuevo!, como nuevo es él mismo. Entonces empieza a juzgarlo todo. — No he tenido en cuenta aquí los estudios realizados para ganarse la vida.

245. Los estudiantes y graduados de todas clases y de todas las edades persiguen solamente información, no comprensión. Se empeñan en tener información de todo: de todas las piedras, plantas, batallas, experimentos, y de todos los libros sin excepción. No se les ocurre que la información es un simple medio de la comprensión y que en sí misma tiene poco o ningún valor; por el contrario, esa es la forma de pensar que caracteriza la mente filosófica. Ante la imponente erudición de aquellos sabelotodo, me digo a veces: ¡Oh, qué poco tiene que haber pensado uno para haber podido leer tanto! …

—Arthur Schopenhauer. Parerga y Paralipómena II.

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