domingo, 4 de septiembre de 2016

Taxonomías de objetivos educacionales

Una educación que busque principalmente el desarrollo de las facultades individuales hace bien en indagar las propuestas contemporáneas en el entendimiento del pensar humano y de la estructura del conocimiento. «Conocer» no es algo pasivo, sino un esfuerzo dinámico que demanda empeño y disposición para identificar con claridad las diversas formas que toma la ignorancia propia. El conocimiento ocurre en el individuo como resultado de ese esfuerzo. Las meras opiniones, los datos y la información pueden transmitirse, pero el conocimiento no puede ser transmitido, sino sólo cultivado personalmente en forma de sistemas de valores epistémicos, auto-reflexión crítica y en sistemas para interpretar la realidad. Un ejemplo de juicio derivado de una valoración epistémica: «conocer» no es memorizar datos, sino alcanzar destreza para elegir teorías y prácticas adecuadas según el contexto aplicativo.

Si tal educación tiene metas y objetivos, entonces también suele contar con un esquema o modelo que sirva de guía para lograr esas metas y objetivos. Un modelo propuesto es aquel basado en el grado de dificultad para lograr conocimiento. En tal modelo se propone un sistema jerárquico de clases de objetivos con base en su grado de dificultad. Por ejemplo, un nivel jerárquico muy básico implica objetivos como identificar letras y números, seguido de leer palabras y luego frases e interpretar enunciados orales o escritos. Un ejemplo de objetivo en un nivel muy superior sería lograr expandir los límites de lo conocido a la fecha sobre un tema dado o, otro ejemplo, lograr una sinopsis enciclopédica de todas las teorías justificables sobre la realidad en un campo particular de investigación. Este modelo presupone que los niveles jerárquicos superiores conllevan el máximo grado de dificultad, y es uno de los modelos que han guiado la organización de los gremios magisteriales en las instituciones académicas de docencia tradicional a la fecha. Los niveles jerárquicos de dicho modelo son: recuperar datos, comprensión, aplicación, análisis, síntesis, evaluación. Cada nivel se presupone como requisito para lograr el siguiente.

Uno de los problemas con tal modelo, y que está plenamente reconocido por los investigadores, es que el grado de complejidad no es constante y eso implica que el sistema jerárquico se torne muy problemático para establecer una progresión real de metas y objetivos educacionales. El grado de complejidad de un objetivo tiende a disminuir en función de la familiaridad con el logro de dicho objetivo. Por ejemplo, lograr análisis en un campo es reproducible en otros campos sin necesidad de lograr los objetivos de los otros subniveles en esos otros campos.

Otro de los problemas con ese modelo es la jerarquización forzada de objetivos educacionales; es decir, en los hechos no es cierto que, por ejemplo, lograr una evaluación o una síntesis sólo sea posible después de lograr los subniveles anteriores como prerrequisitos. El modelo falla al intentar encerrar a la realidad en la prescripción propuesta, mientras que un modelo realista, por el contrario, debe intentar describir a la realidad o aproximarse a ella.

Por fortuna, existen alternativas diferentes de este modelo imperante. Por ejemplo, el propuesto por Robert J. Marzano y John S. Kendall en «The New Taxonomy of Educational Objectives 2nd Ed.» Este otro modelo taxonómico también propone un sistema de clases de objetivos, pero sin una jerarquización forzada. Su aproximación a la realidad de la estructura del conocimiento es prometedora pues –entre otros rasgos– implica una espiral ascendente de progresión concéntrica alrededor de las destrezas para cultivar, aplicar y evaluar el conocimiento.

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