viernes, 3 de mayo de 2019

Grado de conciencia

Me llama mucho la atención el aprendizaje, en general. Es decir, el aprendizaje humano. No me interesa la enseñanza, sino el aprendizaje. No me interesa enseñar, sino aprender. ¿Me interesa aprender a enseñar? Si el gremio magisterial tradicional pretende monopolizar la enseñanza, entonces no me interesa aprender a enseñar. Me interesa enseñarme a aprender: me interesa darme lecciones a mí mismo sobre el aprendizaje y sobre la metacognición. Intento ser un perenne aprendiz.

No me interesa la educación entendida como certificación porque –precisamente– no certifica la destreza, sino participa en simulaciones.

Por el contrario, si por educación se entiende enseñar a pensar y aprender a pensar, entonces sí estoy interesado en la educación entendida como los esfuerzos en una comunidad cooperativa de indagación.

Entre los primeros hallazgos básicos sobre la acción de pensar está la distinción entre tres elementos con estructuras cognitivas diferentes entre sí: dato, información y conocimiento. El año pasado mencioné más sobre esa distinción en la publicación: Re-Educación versus Rezagos.

Quizá el grado de conciencia sobre esa distinción marque drásticamente la diferencia en resultados entre diferentes iniciativas de «cambio cultural» para lograr esa deseada «transformación digital» en muchas organizaciones.

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